martes, 7 de enero de 2020

Se me calentó la Fanta.

Te fui a visitar un día
con una fanta bien fría.
Te escuche cuando dijiste
que me digan que no estabas
porque ante ruido que había
yo me asomé a la ventana.
Me quedaron en la bolsa
también algunas facturas
y con el calor que hacía
se me  calentó la fanta.
Agarré la bicicleta,
me fui derecho a mi casa,
una angustia en la garganta
me estrujaba el corazón.
En el camino un clavito
se clavó en la rueda gris
de la bici de mi prima
más pesada que un camión.
Cuando llegué las facturas
estaban todas resecas
y la Fanta ya caliente
no se podía ni tomar.
Me hice un nesquik de la bronca
y me puse a ver la tele
llorando contra la almohada
porque no querías jugar.
Si yo escuchaba las risas
por atrás de la ventana,
y hasta ruidos en la pile,
se ve que había muchos más.
Pero me acuerdo que un día
de la bronca acumulada
yo te lo dije en la cara
y te pusiste a llorar,
ahí nomás nos abrazamos
y entre el olvido y las risas
nos juramos que eso nunca
iba a volver a pasar.

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