Es la música, sin dudas, la que te mueve el alma con
sonidos.
Odio los ruidos, los blancos, los molestos, los de canilla.
Lo otro es música, las palabras, si son buenas, causan la
misma sensación.
Una buena charla con amigos, un monólogo interesante.
Deberíamos tener un reductor de sonido incorporado en
nuestra anatomía.
Todavía me pregunto el por qué de su no existencia.
Algo querrá decir.