lunes, 22 de julio de 2019

La urbanidad



Un desierto de cemento atravesado por la cal, la ceresita
Los pensamientos se amalgaman con la pintura ocre
de las paredes de ladrillo de edificios marrones
Alguna idea se escapa por el agujerito de la llave
Otras desbordan por una hendija en la ventana
Y terminan pegadas en algún motor de aire acondicionado
El cable a tierra 5 pisos más abajo que mis pies dilata la descarga
Un estornudo liberador se queda mezclado en el grito
de golpe del dedo chiquito del pie izquierdo del vecino del 4to
Cuando se abre el ascensor y no hay ruido se escapa algún gemido
Y en la puerta de calle están pegadas la tarea de la vecina
y la lista de compras de la señora del 6to que cocina
En el cordón de vereda descansan un murmullo y 3 chismes.


viernes, 19 de julio de 2019

De los sueños profundos de La Tía Toti



De flores y madreselvas estaba rodeada la casa de La Tía Toti, soñaba ella con lagos y ríos y mares y animales sueltos juguetones en la rivera.
Flores  y plantas y árboles alrededor de la casa de La tía Toti, y ella en su cama recostada soñaba que vivía en un bosque con pinos y ardillas y orugas que se convierten en mariposas. Todos los días, todos los días de la semana soñaba, a la noche y a la siesta.
No tenía estufas ni ventiladores en su casa La tía Toti porque decía que había que adaptarse a la naturaleza, y los inviernos los pasaba con frazadas y los veranos los pasaba con abanicos, y en verano soñaba con el otoño y en invierno soñaba con la primavera y en la primavera soñaba con nubes blancas con formas de caballos y mares celestes y arena blanca y tibia.
Cinco perros callejeros en el patio abierto de La Tía Toti acompañaban las tardes de mates y de charlas con las vecinas, y corrían los perros tras las motonetas que por las tardes transitaban ruidosas, y pensaban los animales vaya a saber qué cosas en idioma de perros mientras ladraban y corrían a las motos callejeras que por la puerta de la casa llena de flores y madreselvas pasaban.
Una tarde tranquila soñaba con lagos La tía Toti, y que en ellos nadaba jugando con su gata cuando niña, y reía y jugaba, y jugaba y reía. Casi que sentía el agua fresca del lago en sus rodillas, y con qué alegría reía en ese sueño. Tan real parecía que al despertar en un par de segundos de inconsciencia seguía un tanto mojada por los pies al pisar el tapete beige liso de pelo alto que debajo de su cama de madera yacía.
Pero vaya picardía porque de afuera una manguera asomaba por el ventana humilde de La Tía Toti, y adentro agua que subía por la manguera roja conectada a la canillita del patio abierto que daba a la vereda, y de la manguera el agua fluía en la habitación rosada y fresca de La Tía Toti y los niños afuera reían como locos, y asomándose por la ventana abierta reían y hablaban por lo bajo, y se hacían señas, y reían, incluso más fuerte que La Tía Toti en sueños.

lunes, 15 de julio de 2019

La virtud

Persigue esa orden de fuego que te impulsa, no pretendas ser rico ni ser pobre, son cosas mundanas, creencias egocéntricas del que supuestamente mira, opresiones siniestras de esta sociedad vana, vacía de sentimientos de espíritu.
La virtud es tanto más que eso, es el camino interno, el conocimiento ancestral, la búsqueda infinita del por qué has venido a este mundo. Si has nacido, algo tendrás que hacer.
No sabemos, nunca supimos cuál es el fin pero intuimos porque somos conscientes.
Hemos cambiado necesidad por satisfacción material y nos volvemos más inestables y ansiosos con el paso del tiempo llenando cómodas de adornos, fíjate que concepto de costumbre de nada.