Saldré por las ventanas de edificios marrones.
La luz será divina de llama azul de fuego.
La compañía absoluta de mi ser en su eje
me hará amistosa y firme.
No tendré que pensar por dónde es que se sale,
algas y noctilucas marcarán mi camino.
Tendré sueños posibles y lugares alegres,
movimientos danzantes, sonidos ascendentes.
El aire será calmo bajo la luna nueva,
el instante absoluto y de confianza certera,
pero es muy necesario aprehender la prudencia
sobre todo en momentos de máximas presiones.
Al final el comienzo siempre se hace presente,
es cíclico y dinámico, solo hay que estar alerta.